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Los mandamientos del Torontoniano

5/7/2018

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Este verano, vino de visita un amigo latinoamericano, a quien, para preservar en el anonimato, voy a llamar Johnny Canuvian. Johnny visitaba nuestra ciudad por primera vez y me temo que también por última. Quisiera compartir con ustedes algunas de sus observaciones, a las que él graciosamente llamó "Los mandamientos del Torontoniano".

Primero: NO CAMINARÁS POR LA IZQUIERDA
Por calles y "moles" (malls) la gente camina guardando su derecha, como si fueran automóviles. Este orden permite que los peatones circulen sin tropezarse o siquiera tocarse los unos a los otros.
Una extensión de este mandamiento se observa en las escaleras mecánicas, donde los torontonianos, si van a subir sin moverse, se paran a la derecha. Solamente aquellos que suben las escaleras avanzando, lo hacen por la izquierda. Algunos que no saben este mandamiento causan interrupciones de tráfico de escalera mecánica al quedarse paradotes a la izquierda mientras los que vienen atrás de ellos no pueden avanzar rápido. 

Segundo: NO TOCARÁS A TU PROJIMO
Basta subir a un tren del subterráneo o a un ómnibus para darse cuenta de los esfuerzos sobrehumanos de los torontonianos para no tocar, y si es posible, ni siquiera rozar a nadie. Aparentemente cada persona al llegar al Mundo, recibe su "espacio personal" si es que le toca el Dios de los Gringos. El Dios de los Latinos no sabe de este concepto, así que a nosotros nos toca un gran "espacio comunal" compartido por tutilimundi.
En Toronto, nadie se nos puede acercar mucho sin invadir nuestro espacio personal. Obsérvese que en grupos de latinos, cuando alguien llega a una reunión, hay una cantidad impresionante de besos, abrazos, palmadas en la espalda y a veces en otras partes del cuerpo. Cuando lo mismo ocurre entre torontonianos, la civilidad y el Segundo Mandamiento entran en vigor, obligando a la gente a darse la mano nomás.

Tercero: NO TOMARÁS DESPUÉS DE LA DOS
Este mandamiento si me revienta -nos dice Johnny Canuvian levantando las cejas muy frustrado- ya que en mi país, donde se supone hay menos libertad, es más represivo que el Canadá, uno puede tomar en sitios donde sirven licor hasta que cierran el local, lo cual ocurre más o menos al mismo tiempo que los gallos cantan pues. En cambio acá empiezan desde cinco pa' las dos con esto del "last call", el último aviso, para que uno se pida su último traguito de la noche. Increíble este mandamiento para mí - me dice Johnny mirándome con compasión como diciendo "?cómo te has resignado a vivir acá, pues hombre?"

Cuarto: NO HABLARÁS EN VOZ ALTA
La gente anda como medio reprimida -observa el buen Johnny- ya que en los varios restaurantes que he estado, pese a que se encontraban repletos, lo mismo en la TTC, en los cines, en los teatros, todo el mundo habla despacito. Si alguien habla fuerte, fijo que es latino. O chino. El resto de la ciudad anda en un permanente susurro, a tal grado que si uno habla fuerte, o se ríe mucho, voltean todos a mirarte desaprobadoramente.

Quinto: NO TOCARÁS EL CLAXON EN VANO
Yo creo que acá a los carros les cortan las cuerdas vocales, ya que en un mes no he oído un solo claxon. Nosotros, frustrados por el mal manejo de otros, por los peatones que tratan de cruzar delante de uno, lo tocamos por quítame estas pajas. Más bien he observado que cuando alguien está molesto, en vez de bocinazo, levanta el dedo mediano hacia arriba y se lo enseña al infractor. Me voy de Toronto sin entender este mudo gesto, aunque pareciera ser algún tipo de insulto.

Sexto: NO TE DIVERTIRÁS DEMASIADO
En aras de la seguridad y el control, esta ciudad anda en un estado de seriedad permanente. El colmo -sigue Johnny Canuvian accionando exageradamente con las manos- fue cuando fuímos a esa laguna que me llevaste, esa que ustedes con tanto sentido del humor llaman "la playa". El salvavidas no dejaba que los chicos entraran corriendo al agua para que no salpicaran a nadie y no podían jugar ningún tipo de deporte que incluyera una pelota, para no fastidiar a los otros bañistas. Incluso hasta me parece que el salvavidas les llamó la atención a unos chicos que se estaban ríendo muy fuerte en el agua. 

Sétimo: NO FUMARÁS
Casi me clavan dos mil dólares de multa y un año de cárcel cuando prendí un cigarrito en una agencia de un Banco. Menos mal que le pude explicar en mi inglés mascado, al guardia de seguridad que "Ai don nou. Ai not from jier. Ai from Saud América. Mi nou esmoquin nou mor in mai laif. Ai promes, jefecito."

Octavo: APRENDERÁS SOBRE EL CLIMA
En mi tierra, hablar del clima es mala educación, tan aburrido es el tema. Acá a uno le advierten las cosas más ridículas, como por ejemplo "En invierno no vayas a poner la lengua en un poste, ya que se te puede quedar pegada". Bueno -ríe Johnny Canuvian estruendosamente - a quien se le va acurrir ir pegando las lenguas en los postes, en invierno, pues. Todo el mundo sabe que eso solamente se hace en verano. También me dicen que hay "lluvia helada", "lluvia negra", "nieve mojada", "escarcha", "white out", "tormentas de lluvia", "tormentas de truenos", "tormentas de nieve", "granizo", la "mordida helada", "hipotermia", "el salto del tigre". Óyeme hermano, que tal clima el que se soplan ustedes, ?ah?

Noveno: NO OPINARÁS SOBRE LAS MINORIAS
No se puede decir nada de las minorías, sin ofender. De las mujeres porque todos los hombres somos unos machistas de porquería, de los ancianos por ser viejecitos y frágiles, de los étnicos por sentirse abusados por el resto del mundo, de los oscuros porque son oscuros, de los claros porque son unos desteñidos, de los chinitos porque son jalados, de los niñitos dizque por indefensos, de los profesores por ser misioneros del saber, de los del aeropuerto porque quieren usar su turbante, de las gordas porque también tienen su corazoncito, de los policías porque ellos tienen derecho a sus cuotas y a tomarse unos diez cafecitos con "donats" al día, de los jóvenes por que no los comprende nadie y encima tienen que aguantar a sus padres. En fin, en Toronto, antes de decir algo sobre las minorías, es mejor meditarlo bien, cambiarlo, mejorarlo y luego quedarse callado, que las demandas son millonarias.

Décimo: NO TE APURARÁS AL CRUZAR LA PISTA
Qué lindo es ser peatón en Toronto! Observo que la gente cuando cruza la pista, ya que tiene la preferencia, lo hace con una displicencia que me da la impresión que a propósito pasan más despacio, como desafiando a los motoristas. En mi tierra estarían ya bien fríos estos peatones. Y ni hablemos del "cross-walk". Fantástico el concepto. Debajo de las equis grandotas esas, uno señala con su dedito por donde va a cruzar y todos los carros paran, incluidos los camiones, los ómnibus, todo el mundo. Por allá ya hubieran encontrado a varios peatones, en pleno "cross-walk", como planchados en la pista con su bracito estirado y su dedito apuntando hacia adelante.
Te felicito hermano. Esto sí es civilización. Yo me regreso a vivir en la represión de allá.
 
Y se fue Johnny Canuvian, sonriendo enigmáticamente.
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